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sábado, 20 de noviembre de 2010

resumen jose guerrero

Artista nacido en Granada en 1914 de estilo expresionista abstracto. Estudia en granada  bellas artes, continua sus estudios en Madrid en la academia san Fernando, marchando a Paris  (1945), donde entra en contacto con la vanguardia europea (Picasso, miro, Juan gris) esta época es figurativa.
Conoce y se casa con roxanne Pollock (periodista estadounidense) en 1950 emigra a
EEUU. Allí comienza a realizar pintura abstracta. Forma parte de la escuela de nueva York, participa en exposiciones, toma influencia de autores como: Fraz kline, Mark Rothko, Clifford still, Barnet Newman. Destaca su cromatismo, el uso que hace de las  masas de color.
Aunque seguía viviendo en estados unidos viajo en varias ocasiones (a partir de 1965) a España  donde ayudo a la creación del museo de cuenca. Su obra fue considerada siempre por los críticos como diferentes, heredera de la tradición española. Hay obras suyas en: el Guggenheim de nueva York, en el reina Sofía, en el museo español de arte abstracto en cuenca y en granada un  centro donado por diputación y con obras donadas por su familia.
 José Guerrero y su familia regresaron a Nueva York. El regreso a su país de adopción significó el reencuentro con la cultura urbana y, sobre todo, la inmersión en un período marcado por una mayor experimentación que culminaría en una de sus series más conocidas: las Fosforescencias (las primeras datan de 1970). En principio, estas obras estaban basadas en la ordenación que presenta un objeto de uso cotidiano: las cajas de cerillas de cartera. José Guerrero explicaba así este nuevo hallazgo: “Después de varios años, durante los cuales he sentido la libertad del expresionismo abstracto en América, busco ahora mayor construcción, mayor claridad y formas más concretas que antes. [...] Recientemente me han fascinado las líneas paralelas de las cerillas. Juntas forman modelos ordenados y rítmicos. Para mí constituyen infinitas variaciones sobre un mismo tema”.
Pero pronto las cabezas de las cerillas se independizaron para convertirse en arcos, nichos, alcazabas, penitentes, señales, solitarios, etc., tal y como podemos ver en ese extenso conjunto de su producción que se extiende hasta mediados de los años setenta.
Conforme pasa el tiempo las cerillas y los arcos-nicho irán desapareciendo, dando paso a enormes campos de color azules, negros, amarillos, tan sólo tensados por alguna línea, por algún acento, como vemos en las obras lateral (1974), Saliente (1974) o Presence of Black (1977).
Su obra de los ochenta sigue inmersa en esta apoteosis del color, que se va haciendo más intensa a medida que avanzan los años. Así vemos cómo hacia mediados de esta década Guerrero afronta enormes formatos de clara e íntima inspiración paisajística, como Cuenca (1986). A ellos le seguirán, en fin, otros lienzos más despojados, tal vez menos construidos, que corresponden a los últimos años de su producción, en los que el artista se entrega con júbilo al color por el color, según se aprecia en Azul añil (1989), Oferta con rojo (1989) o Verde de sapén (1990), aunque, como decía Guerrero, “el color no es sólo color sino comunicación, energía, tránsito”.

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